illustration by Vero Navarro
La caída me hace sentir parte de un tiempo ajeno, donde las leyendas acuden a buscarme para hablarme del mar y de rituales antiguos que son tan necesarios como el paso de las estaciones. He decidido este camino, esta forma de vida: creo en lo que veo más allá de las nubes, en el peso relativo de ciertos frutos de otoño, en el olor salvaje de las cuevas repletas de musgo y creo en ti que eres capaz de dibujar las ciudades desde los personajes que las habitan. Sé que no es fácil permanecer cerca de todo ellos, que cuando te piden un retrato tú les das el alma de las piedras, los días torcidos y la silueta de las libélulas. Ellos han aceptado el aprendizaje, tu trazo los hace humanos y eso a veces significa que sus costumbres han de cambiar, ellos que se disfrazan han de permanecer desnudos para al fin reconocerse. Será entonces cuando yo posaré mis manos sobre los gruesos pergaminos para escribir lo que veo, la tinta se deslizará puntuando cada pausa, haciendo que todo aquel que lea esta historia que ahora comienza, encuentre una pieza que siempre le ha pertenecido. En días como este, en el que tú yo contemplamos el horizonte sin hablarnos, pienso que dentro de muchos años nuestra historia será descubierta por seres futuros que se detendrán en un lugar parecido a este, ansiosos por recuperar esa parte de silencio donde se esconde el significado oculto de cada cosa.