La perfección está hecha a base de recortes.
El cuerpo para muchos es parte de la queja, exigentes como son necesitan destruir su propia armonía buscando los defectos. Muchos son jóvenes y aún así se sienten viejos, parte de una piel que les gustaría abandonar. No se reconocen porque nunca les han presentado, están atrapados sin saber apreciar el tacto de extremedidades que comienzan y terminan, sin conocer la curvatura del final de la espalda o el calor que guarda el hueco del codo. Todo es tan impropio que se sienten caducados al fondo de una nevera que nadie abre. No combinan, dan miedo, tiemblan en las cafeterías, incapaces de mirar a los ojos a los demás, sin atreverse a ser acaban por negarse el oxígeno y mueren. De este modo son capaces de espiar la belleza ajena, su nuevo papel es ensalzarla, como si por contagio ellos fueran a absorber el elixir del canon. La sociedad está repleta de tendencias, de gente que las sigue, que compran revistas y subraya marcas, que se disfraza, se maquilla y se peina, que pierden su identidad para encajar en la ola. Algunos incluso logran disimular su inseguridad y los demás les creen hermosos, mimetizan y consiguen triunfar.
Tened cuidado, porque esa gente os hará experimentar el verdadero miedo.
Ya vienen
Cuidado con las tijeras...