" Cada gota de lluvia es un desierto de barro"
Nacer al margen, como si importar fuera un verbo obsoleto e inocuo, tal vez por eso dejar huella en un mundo donde todo es barro es tarea difícil y aún así lo intentas. Creces a base de sentir el dolor y el asco de un mundo que agoniza. Buscas la violencia y te alimentas de ella, desde niño admites tu torpeza como una forma de despiste, para ellos eres un ser vacío, pero les engañas porque tú retienes todo lo que otros desechan, tus ojos miran más allá de su basura, es así como logras sorprenderlos. La muerte es una forma de nombrar tu hambre, tus conquistas te hacen fuerte para el siguiente paso. Logras hacer un buen uso del cuchillo, no hay piedad, ni justicia, solo una constante demostración de soledad que te hace erigirte como centro de un pueblo de gente desahuciada. Y ahora que eres tan importante como para iniciar el cambio, caes en la trampa de tu propia estrategia y te destruyes. El sonido de tu muerte es un eco antiguo, como el que produce un objeto nada importante al caer olvidado donde nadie jamás iría a buscarlo.