illustration by Erika kuhn
La gravedad no entiende el vuelo de los pájaros, ni mi necesidad de habitar debajo de sus alas. Desde antes de que la abuela empezara a contarme cuentos sobre las distancias entre el norte y el sur, sobre las diferencias de temperatura y las migraciones, mucho antes incluso de poder hablar, yo ya sabía la cronología de las golondrinas. Y esta es una afirmación que solo hago en mis cuadernos, porque compartir secretos no debe hacerse delante de ciertas personas y más si esos secretos los llevas desde mucho antes de haber nacido, incluidos en ti como una parte del cuerpo que nadie ve pero tú sientes y recorres en silencio antes de acostarte. El placer de no ser del todo tierra, de necesitar una casa en un árbol y fragmentar las migas de pan entre los dedos, hace de mí alguien que se camufla entre la gente y subraya los libros sobre lugares de clima frío, donde la vegetación se extiende hasta no dejar ver más mundo que las montañas altas y los lagos.
Soy una persona de costumbres muy marcadas: hablo solo con las personas a las que intuyo música o que despiden un olor agradable, no necesito multitudes. Me conformo con una taza de té en mi balcón pequeño, descalza introduzco los pies en las macetas y dejo que el tiempo pase mientras observo la calle cada día por primera vez. Y es que olvido con frecuencia y a las pocas horas, cada pequeño suceso que acontece, lo que me hace mirarlo todo por primera vez, con ojos nuevos. No suelo asustarme de nada porque la abuela me hizo entender la oscuridad de las cuevas y ambas pasamos hambre en los tiempos en los que tuvimos que huir de la ciudad y refugiarnos de los hombres y sus guerras. Recuerdo que comíamos poco, frutos rojos cogidos de árboles bajitos y es curioso pero nunca tuve tanto hambre como ahora. Crezco y la sociedad me genera necesidades incomprensibles: de repente tengo ganas de volar una cometa y otras de comprarme un sofá cama verde con cojines rojos, luego lo olvido y me alegro de no tener dinero para nada, de ser una niña de ojos grandes que bate sus brazos como si fueran alas, para que cuando llegue el momento de recordar todo de golpe, este preparada para mi primer y único vuelo.
(mi mundo está escrito en el cielo de tus ojos, solo tengo que encontrar el hueco para entrar y quedarme)
4 comentarios:
música, ilustraciones y texto perfectos.
Lamento no visitarte más asiduamente, parece que me he acostumbrado a las palabras vacías de comentarios fáciles, aunque cuando vengo.. supone un agradable atracón de belleza.
ñaaa, me encantan! tiene ese algo tétrico que sabes que me gusta!
gracias por acompañarlo siempre todo con preciosos textos!
Siéntete bienvenida:
http://lovehermadly7.blogspot.com/
Xx
a veces, esa sociedad en la que vivimos, debería reconocer su fracaso y comprender que hay personas que no sirven para vivir en ese orden. Personas que viven en los estrechos márgenes que deja el sistema, pero que son obligados a cumplir con la rutina de la supervivencia...
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