domingo, 17 de abril de 2011

lost children dream with animals




illustration by Silvia Bollognesi

Cada niño comparte un sueño común con alguien que vive a cientos,tal vez miles de kilómetros de distancia. Viven alejados, sin conocerse pero saben que al arroparse comenzarán a recordar el nombre del otro. De esta forma los niños juegan, trepan, soplan y piden deseos, dejan pasar el tiempo bajo el sol o se resguardan los días de temporal en la ruinas medievales que hay a las afueras del pueblo . Viven aventuras, meriendan siempre cosas con chocolate, cogen la fruta directamente de los árboles y dibujan a los animales desde cerca, incluso hablan con ellos. Estos les explican cientos de cosas importantes que como buenos humanos olvidarán cuando sus madres los despierten. Pero ellos seguirán buscándose el uno al otro, cada noche, hasta que un día se vean obligados a crecer . Se sabrán tan distintos que reconocerán frente a sus compañeros de trabajo que ellos ya no sueñan. Tan cansados, tan tristes y tan solos a pesar de sus parejas, sus casas y sus hijos, añorarán en el momento de apagar la luz la completa y total felicidad de sentir que eran capaces de inventarlo todo...

En alguna parte hay un cuaderno de dibujo que lo demuestra, allí en lo alto, en la penúltima caja del desván.

miércoles, 6 de abril de 2011

Urban playground








collage by martin vorweck

En alguna parte de aquella caja estaban muy bien guardados los cuadernos que Elliot había dejado para mí. Era un gran descubrimiento, teniendo en cuenta que Elliot solía quemarlo todo. Cada proyecto era una investigación sobre el tema de la ausencia/presencia, los huecos y la acumulación de polvo en las estanterías, las aglomeraciones y la devastación nuclear o la tala indiscriminada de árboles. Su investigación era minuciosa y realmente precisa, pero creo que únicamente él era capaz de leer la historia de forma independiente. Los demás nos limitábamos a escuchar su monólogo de sabio incomprendido. 

Desde que tengo memoria recuerdo a Elliot recortando imágenes que introducía en sobres que a su vez estaban ordenados por temáticas. Aquellos sobres contenían el paso del tiempo sacado de su contexto original, porque según él la verdad solo se presenta ante nosotros si somos capaces de aislar nuestra percepción y únicamente centrarla en un punto. Ese punto podía llamarse verano, hoja de roble, Oslo, zapatos de tacón, bombillas, mujeres altas, hombres con barba... Elliot no escribía , las palabras no eran para él, lo que si hacía era contar su visión de la "verdad" componiendo nuevas versiones del mundo. Y ahora, años después de que él decidiera dejarnos en silencio y todos los sobres fueran quemados, recupero algo que lleva mi nombre escrito. No hay notas, una vez más las palabras sobran, pero el alfabeto de imágenes comienza a cobrar sentido en mi cabeza, creo que si me fijo detenidamente las imágenes me hablan tal y como él quería que lo hiciesen. Hay una historia esperando a ser continuada, creo que hoy voy a empezar a recortar...

¿me pasas esa revista?