Hoy me he levantado con ganas de hacer un recopilatorio que guarde fragmentos de mi. Así que después de mucho trastear y revolver entre mis discos, he seleccionado canciones de las que nunca me desprendo, esta soy yo a través de las voces de otros. Me gusta la versatilidad de una canción para alcanzar y sumergirse en tantas y tantas vidas. Pienso que cada pista guarda un secreto, una sonrisa, un viaje, el mar y el olor de mis bizcochos de canela, mis ganas de crecer, de no parar de leer, de abrazar, de ser un cerca y un siempre a pesar de los kms y los años. Sigo aquí imaginando lugares en lo que soñar con los ojos abiertos.
Debemos dejarnos llevar por los colores y texturas de este otoño ya desmadejado porque es la única forma de jugar y encontrar el verdadero significado de la palabra puerta. Somos como niñas que intentan construir secretos de manos pequeñas. Me miras desde tus ojos de espiral y me preguntas por el nombre las flores que hay en el jardín al que voy a llevarte hoy y yo me hago la despistada y te enloquezco con evasivas y acertijos. No pienso desvelarte nada, porque de eso se trata: de descubrir por primera vez la naturaleza tal y como leíamos en los viejos cuentos en casa de la señorita Adela: las niñas deben adentrarse en la maleza y perder de vista su casa, a cada paso dado los recuerdos parecen perder peso, se elevan y nos salvan de futuros dolores de cabeza. Sólo hay espacio en mí para el jardín, la vida se demuestra cerca en cada corteza, la oigo hablar de tí y de mí, de las mujeres que algún día seremos, porque todo está escrito aquí, en este lugar que se parece tanto a un sueño, sólo debemos tener paciencia, seguir las pistas y sentir que el tiempo es realmente un método de contabilizar nubes.
Ya estamos cerca, lo presiento por el olor a flores azules, la enredadera crece y tapa la vieja puerta, no logras verla y yo te digo que tú eres la llave de todos tus deseos. Entonces pareces comprender y tocas y saltas y trepas y al fin giras el pomo de un mundo que se abre para abrazarte dentro.
Una vez allí nos dimos cuenta de que el mundo parecía haberse detenido en trazos de acuarela, por fin el verde pudo ser alfombra desde la que dibujar y cumplir todos nuestros deseos. Aún conservo pajaritos pequeños que cantan para mí en los días grises. Hay mil y una formas de recuperar el color.
En las afueras siempre hay carreteras y ganas de correr. Hace tiempo que dejamos aparcadas las bicicletas y las viejas reebook ahora sólo sirven para recordarnos que años atrás odiábamos las clases de gimnasia. Ahora somos más que adolescentes, somos las mujeres del futuro y tenemos las piernas largas y la mirada puesta en los 21. La televisión rige nuestras oportunidades, por eso nos gusta bailar en blanco y negro y tomar grandes batidos de fresa, trabajamos para lograr un hueco, un billete que nos lleve a un lugar lo bastante lejos como para poder tatuarse los secretos de otros. Necesitamos amar de forma intensa, en habitaciones sucias y desordenadas a hombres que nos recuerden terriblemente a nuestro padre, que nos den miedo y aún así nos protejan del olor de los pantanos. La infancia ha sido demasiado infeliz, nadie nos comprendía y ahora que estamos solas en esta inmensa ciudad, no existe la ansiedad, sólo el tráfico de trenes y camiones, los gritos de otros, el dolor de otros. Nosotras salimos indemnes, somos futuros proyectos en el guión de alguien que conoceremos en un bar, que nos prometerá el mejor de los papeles y luego irremediablemente nos dejará tiradas. Todo es parte del plan, no debemos desfallecer, porque queridas amigas hay un lugar para nosotras en la mejor de las revistas. Sólo hay que creer con todas nuestras fuerzas que nos merecemos el primer puesto, somos las únicas capaces de hacer realidad viejo mito del sueño americano. Tened fe y ....Dios dirá.
Hay algo de nosotros en las viejas fotografías que nos empeñamos en recortar, en todas esas ausencias y falta de personalidad que siempre tienen otros, que nunca nos alcanzan. Y ese pequeño algo nos crece en forma de flor y nos habita dentro del paladar y las manos, nos mantiene distintos y al borde del peor de los abismos. Nos creemos capaces de sortear estrategias sostenidas por décadas, huimos del capitalismo y sus funciones primarias, no aceptamos plasma ni llevamos deportivas de marca. Todo es de cuarta mano, el reciclaje nos potencia, nuestra casa es la continua ausencia de estilismos, nuestro armario se sustenta a base de prendas y calzado hecho a mano por pequeños diseñadores suecos que viven en bosques donde soñar es alcanzar la realidad, es lograr, es ser posible y capaz por una vez y al fin lejos. Lo que nos rodea nos independiza, nos alza, todos son tan poca cosa al lado de nuestra infinita astucia... Y entonces conocemos a otros, tejemos redes y nos sentimos por una vez comprendidos a pesar de que no es necesario para nosotros la aceptación ni la sonrisa. Y aún así nos gusta cocinar muffins y socializar con las hormigas, trepar a los árboles y firmaríamos cualquier papel por permanecer dentro de la mejor frase de nuestro libro favorito. Somos eternos porque sabemos secretos pequeños. Y aún así pagamos miserablemente las facturas, trabajamos e insultamos el injusto devenir de nuestra existencia. Citamos continuamente a poetas muertos y escuchamos con atención programas piratas transmitidos desde países escandinavos. Somos gente pequeña que debería ser reconocida y abrazada. Somos simplemente estupendos. Y es una pena que cada noche miles de millones de personas apaguen la luz antes de acostarse sin siquiera saber que estamos construyendo puentes para el cambio. No nos queda más que tramar una performance tan impactante que saldríamos en esa tele que no vemos, que no tenemos y que por supuesto nunca nunca aconsejaríamos a nadie encender. Y aún así soñamos con la audiencia. ¡Bendita contradicción la del pequeño ser humano independiente...!
Reunidas en una habitación sin techo observamos el inmenso cielo de otoño.La luz crece a través de nuestras manos pequeñas, las estrellas nos alcanzan y las cosquillas empiezan. En un primer momento no somos capaces de imaginar las múltiples constelaciones que pueden trazarse en el aire, con sólo querer estar allí el viaje comienza. La historia tiene un origen y el origen, el centro de todas nosotras, es un ser antiguo. Su nombre es Amiria y ni ella misma sabe por qué pero un día algo comenzó a girar en el sentido correcto. En su cabeza las palabras y los actos forman parte de la misma figura geométrica. Sus movimientos son lentos, tan sutiles que pasan siglos hasta que logra terminar el primer parpadeo. En todo ese tiempo ella ha visto el mundo tal y como debe ser escrito, ha tenido tiempo de leer en su cabeza la posición exacta de cada elemento, de cada planta y entonces la vibración comienza. Ella siente la palabra tierra, cada estrato, cada nombre de piedra que está surgiendo. El fuego funde y moldea, el agua calma y el mundo comienza a perfeccionar su forma. Existe y se mueve, las eras se suceden y ella permanece atenta a cada movimiento, el hombre evoluciona hasta un momento tal que a ella le gustaría preguntarle cosas, pero entonces comienzan los dioses, las disputas, el miedo, la sangre en la batalla, los niños huérfanos y los ancianos asustados. Ella comprende hasta cierto punto, escucha sus plegarias, pero ella no es ninguno de los nombres que ellos pronuncian. Ella está sola, no hay nadie como ella en ninguna parte pero se siente acompañada a cada segundo, no tiene miedo, ni frío ni hambre, simplemente observa y continúa allí, haciendo brillar aún más intensamente las estrellas. Su lenguaje es sólo comprendido por las niña pequeñas que saben mirar el cielo y trenzan su pelo en señal de unión con el todo, lo bueno y lo malo en cada hebra, entonces al extender sus manos hacia arriba y sonreír, el origen vuelve a reinventarse y Amiria es por fin feliz sintiéndose abrazada. Cada persona es un nuevo comienzo, una nueva forma de amar el mundo de nuevo y eso es algo que permanece escrito a fuego en las estrellas, sólo hay que saber mirar, hay que saber creer sintiéndose parte, sin nombres, ni oraciones, el todo fluye.
Hoy inauguro mi sección de recopilatorios musicales con un pequeño recorrido por la música del pasado (30, 40 y 50). Me gusta la energía que desprende cada canción, porque provocan un dulce cosquilleo que se queda dentro, que crece y te hace sentirte parte y forma del sonido. Algunas son grabaciones antiguas que respetan el sonido del vinilo y eso les da el toque apropiado para dejarse llevar, ponerse los zapatos de baile y hacer que durante todo el día nadie pueda quitarnos la sonrisa.
Llega el tiempo de sacar lo mejor de nosotros y por eso quiero lanzar esta propuesta de juego, abierta a cualquiera con ganas de crear. Podrá participar cualquier diseñador, ilustrador, fotógrafo o recolector de instantes con ganas de encontrar una cabecera nueva para este blog. Yo sólo tengo la palabra pero muchos de vosotros tenéis manos capaces de imaginar, que se mueven inquietas, con ganas de encontrar nuevos caminos, así que desde "The magic box that came to the other side" lanzamos la posibilidad de hacer un paréntesis de vuestras obligaciones y realmente crear algo que hará feliz a todo el que pase por aquí y pueda sentirse como en casa. El premio será enviado al ganador por correo, sin importar la parte del mundo de la que sea, el libro a elegir por el ganador tendrá que estar editado en España o que no me sea demasiado difícil de conseguir ;), aún así haré mi mejor esfuerzo para satisfacer la sonrisa del ganador. Lo prometo.
Podéis compartir la información del concurso con cualquiera que creáis que pueda interesarle, así habrá muchos más jugando y cuando la gente imagina y crea algo cambia a su alrededor.
Espero vuestras propuestas como una niña pequeña el día de reyes. :)
Soy una mujer a la que le gusta lo antiguo: los libros de segunda mano, el sonido del vinilo, los armarios repletos de chales y pañuelos con puntilla, los corsés, los guantes largos casi infinitos del escaparate de una pequeña y encantadora tienda de Madrid, los cafés que te trasladan a los años 20, las ferias vintage de lLndres. No tengo remedio. Vivo en el ahora alimentándome del pasado de los otros y eso me gusta, jugar con las posibilidades y recuerdos para luego reinventarlos y hacer que otros sueñen y sonrían. Hoy he descubierto que no estoy sola en esta pequeña aficción y es que hay gente capacidad de hacerte dudar de si estás viendo una antigua grabación o de si la tecnología ha llegado tan lejos que es capaz de trasladarnos realmente a ese pequeño rincón desde el que siempre suena la mejor de las músicas.
Hay algo escrito en la distancia entre el árbol y el pájaro, algo sutil y pequeño que me permite creer en la magia, como cuando era niña y corría creyéndome capaz de todo. Ahora las limitaciones están escritas y yo me empeño en borrar paso por paso aquello que no me permite tener alas . Los ojos con los que otros me miran no siempre sonríen, no siempre abrazan, pero eso no tiene que ser un margen sino un trampolín para aceptar que la música no suena igual dentro de mi cabeza que dentro de la de aquel señor que espera su turno para comprar tabaco. La diferencia asusta, pero todo es cuestión de aceptación del medio y sus propuestas, de escribir estrategias y no sucumbir ante el aplauso y sus futuras derrotas. Ser uno mismo es una aventura repleta de peligros y golpes inesperados. Pero ya no me asusta, no hoy que sé que la palabra me acompaña , que guardo tantas historias dentro que nada ni nadie podrá volver a dejarme blanco, porque estoy escrita para ser leída en voz alta y respirar profundamente, página a página.
Open your eyes and place a sunflower seed between your two front teeth. take one step forward. Split the seed. You will remember everything. All will be as before. The rest is silence. -Ashes and snow by Gregory Colbert-